
...Y aquel día que me declaré en soledad, me encontraba en un sitio lleno de voces que pedían las sonatas de Sabina, bocas que reían dementes y labios delirantes urgentes de cercanía.
Salí de esa esfera y nada cambió, la niebla seguia siendo tan pura, blanca y envolvente... mis huesos no recuerdan tanto frío... tantos grillos, tantas luciernagas en extravio, tantos perros callejeros en silencio y mis pasos... sólo mis pasos que miro desde aca trasando un rastro a la oscuridad...