miércoles, 9 de diciembre de 2009

VUELO EN MARTES


A 32 mil pies de altura, todo parece una maqueta y si el vuelo es lo adecuado de un momento a otro te situas a mitad del cielo y la tierra, el sitio perfecto para la reflección de un niño que juega a ser dios. Cuán insignificante es la raza humana desde aquí.

Fotos y video de las obras del hombre, tan pequeñas y diminutas que si un gigante estelar pisara por error en este charco... todo saldría disparado a la nada.

Miro por la ventana, el aire de la admosfera se cuela y llena el helicoptero, recorremos la playa y el mar se muestra infinito, pareciera que se levantará en cualquier momento desde el horizonte en el que se funde con el manto celeste, cierro los ojos y me imagino que soy el único ser humano que puede volar, inalcanzable llego al limite enq ue mis pulmone spueden respirar y la gran mancha verde, susu animales, sus bestias y todos son juguetes para mi, son muñecos de Play Movil. a lo lejos veo humo, escucho gritos, alaracas, los aviones pasan delante de mi y yo me hago gigante.

Suena "Nocturno" de Chopin, el agua del oceano me llega las rodillas, me acerco a una costa y todos corren, se disparan unos contra otros. Una explosión, se derrumba la gran obra del hombre, el piano suena mientras aplasto millones de tanquesitos como insectos y acabo con sus guerras absurdas. Hablo en nombre de la humanidad en un grito desesperado mientras hago trizas sus armas, sus falsedades, sus mascaras y sus estupidas ideas de querer ser dioses, sus imperios de papel llenos de dinero y su vida sin valor amalgamada en la retórica de que valen tanto como posean. Tontos, no se dan cuenta que solo son una pequeña parte de todo lo que está aca arriba, sin haber nunca encontrado su sitio en el mundo se deboran unos a otros con sus inventos, su temor a la soledad, su intelectualidad estéril en donde ni el socialismo ni el capitalismo ha mejorado la pobreza ni el hambre, su romantico y vulgar sentido esperanza en un mundo mejor lleno de truculentos dioses, en paraisos escritos que señalan sus pecados y condenan la vida, la libertad. Pero les llegará su hora y pedirán ayuda, será demasiado tarde...

La melodia de Chopin, suavisa el sueño...

Abro los ojos, al fin, desciendo de nuestro pájaro de acero que mas bien es como un "vocho" con elices... sería una buena idea... de regreso a la tierra apago mi cámara de video y me despido sonriente del Capitán Goyo...

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